El majestuoso reloj cósmico
cabalga impávido, sin prisa ni retraso en una dirección inapelable.
Su maquinaria está lubricada, es perfecta, está a punto.
Ese bello organismo sensitivo late como un corazón.
El corazón de dios, el corazón del hombre.
Ese maravilloso mecanismo recorre en una sincronía perfecta
el infinito tiempo celestial y el infinitesimal tiempo de los hombres.
Ya es casi la hora de la luz, se acerca el mediodía.
Aunque puede llegar de infinitas maneras.
Es mejor aceptar lo inevitable.
Serenamente.
1 comentario:
Pene por tu hoyo
Publicar un comentario